Hace casi un mes que no estás con nosotros. No te imaginas lo que me ha costado hacer esto, Smile. Espero estar a la altura.
Recuerdo vívidamente el día que llegaste a casa, hace 17 años. Tenías apenas 3 meses. Qué pequeño, sobre todo comparado con lo grande que te hiciste después. Al comienzo eras todo mimos. Con el tiempo te volviste muy arisco, especialmente con los extraños. Pero yo siempre me he sentido alguien importante para ti, aunque alguna vez te enfadases. Creo que no me llegaste a perdonar del todo que me fuera de casa durante 7 años para estudiar. Aunque bien lo aprovechaste: mi habitación se volvió tuya. Cada vez que regresaba, sentía que me dabas permiso para entrar en tus aposentos.
Desde que viniste fuiste el rey de la casa. Mis padres y yo siempre quisimos que tuvieras la mejor vida posible. Tu mayor preocupación era si esta o aquella vez tocarían las golosinas que tanto te gustaban, o si llegaría la época de encender la calefacción para colocarte lo más cerca posible y asarte de calor. Si decidirías andar tranquilamente o corriendo de un rincón a otro, subiéndote por cualquier sitio.
Siempre estabas dispuesto a recibir mis caricias mientras escuchabas cualquiera de mis historias. Divertidas o tristes, de ficción o no. Tus maullidos aún resuenan en los espacios vacíos. Tu sombra aún se proyecta entre mis piernas. Cuando estoy en mi escritorio, a veces me vuelvo pensando que estás plácidamente tumbado en mi cama.
Este año notamos como tu luz poco a poco se apagaba, hasta ser tan solo una pequeña llama. Créeme, aquella decisión fue una de las más difíciles de mi vida. Pero quise acompañarte hasta el último segundo, por desagradable que fuera el momento, sobre todo para ti. Espero que si hubieras sido capaz de hablar lo hubieses pedido tú. Aunque no dejo de pensar que en esa última mirada era exactamente lo que implorabas.
Una parte de mí desea profunda e intensamente que mis convicciones estén erradas, y que tal vez volvamos a vernos cuando llegue el momento. Si es así, espero que no me recibas con un bufido por haber tardado tanto. Sino tumbado, con tu suave ronroneo, esperando de nuevo mis caricias, y anhelando nuevas historias. |